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Seguramente has analizado muchas variables antes de decidirte y dar el paso para reponer esa pieza faltante en tu boca; pero ahora te encuentras con la sorpresa de que tu especialista indica que necesitas injertos de hueso con tus implantes dentales.
Sin duda, es una preocupación muy común entre los pacientes y también un caso que se atiende con mucha frecuencia; lo cual no debe ser motivo de miedo o imposibilidad de llevar a cabo tu implante.
En particular, los injertos de hueso se vienen empleando desde hace varias décadas para la aplicación de este tipo de procedimientos; y hasta ahora, cuentan con un porcentaje de éxito bastante elevado.
En primer lugar, no todas las personas que aspiran colocarse implantes dentales deben realizarse un injerto de hueso.
Por ejemplo, si una persona solicita la colocación de un implante dental y ésta cuenta con una buena estructura ósea en sus maxilares; es muy probable que no lo requiera.
Por el contrario, si al realizar la revisión el especialista determina que el hueso maxilar se ha encogido o reabsorbido; el tornillo del implante no tendrá suficiente hueso en donde fijarse, por lo que es preciso reforzarlo a través de un injerto.
En conclusión, la única manera de colocar un implante firme y duradero es haciendo que el hueso se regenere a un punto previo al que posee en ese momento; en cuyo caso se logra mediante la colocación de un injerto de hueso en el maxilar.
Aun cuando es posible realizar el injerto y el implante en una misma intervención, no es precisamente el caso más frecuente.
En este sentido, por lo general se realiza el injerto de hueso un poco antes; de manera que sea posible lograr su recuperación y el crecimiento o regeneración ósea, previo a la colocación del implante.
Tan pronto como se precisa la necesidad del injerto, se planifica un procedimiento quirúrgico menor en el consultorio con anestesia local.
Seguidamente, se realizan unas pequeñas incisiones para desprender la encía, hasta llegar a la zona que se desea regenerar; en donde se siembra el hueso en la ubicación y posición precisa que se desea.
En tanto que el procedimiento es el mismo; los materiales que se utilizan son muy diversos.
Evidentemente, algo que vale la pena destacar es el hecho de que cualquiera de los materiales empleados va a propiciar el desarrollo del hueso propio; por lo que en realidad se trata de una estrategia para estimular su crecimiento.
Obviamente esto va a depender de la cantidad de injerto colocado, el volumen que se desee obtener y el tipo de implante que se colocará al paciente.
En consecuencia, es posible que el tiempo se extienda entre 3 y 9 meses; lo importante es que para el momento en el que se decida realizar el implante, su hueso se encuentre completamente nuevo, firme y en condiciones para llevar a cabo el procedimiento de la misma forma que se realiza en un paciente que no ha sido injertado.
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