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La sonrisa es uno de los ingredientes principales en nuestra presentación personal, así que es lógico desear una dentadura sana que proyecte aspectos positivos. Pero no solo se trata de un concepto estético. Un diente con infecciones o erosiones severas puede poner en riesgo la salud de toda nuestra boca y dificultar actividades básicas como masticar. De ahí la relevancia de acudir al odontólogo con frecuencia: un experto nos podrá aportar soluciones efectivas a aquellos problemas dentales que nos aquejan.
La extracción de muela, por ejemplo, es un proceso que se emplea cuando hay un daño grave en esta pieza y nos permite continuar con nuestra rutina diaria sin molestias.
Las muelas son el pilar fisiológico de la alimentación. Se encargan de masticar y triturar los alimentos y los preparan para el trayecto hacia el estómago. Por ello, significan una zona que debemos vigilar con atención. Cuando un diente molar ha sufrido un accidente, deterioro o padece una condición específica lo mejor es optar por la extracción.
Es decir, retirarlo completamente de la cavidad ósea. Algunos casos que pueden provocarlo son:
La extracción se debe, en la mayoría de las ocasiones, a un descuido de la higiene bucal y consumo frecuente de tabaco. Las personas suelen ignorar cualquier tipo de dolor en las muelas, lo que permite el empeoramiento de su estructura ósea.
Cuando esto sucede, una extracción que salve la integridad de nuestros dientes es inevitable. Para no comprometer aún más la salud de la dentadura, es importante seguir ciertos pasos que asegurarán la duración de este proceso quirúrgico.
En algunas ocasiones, se podría presentar una hinchazón en la zona de la muela extraída. Un excelente aliado para disminuir la incómoda hinchazón es el frío o, más específicamente, las compresas de hielo. Si bien no es un remedio inmediato, las mejorías se verán en un promedio de dos o tres días. Si adicional a la inflamación sientes dolor, entonces acude a tu odontólogo para que te recete algún analgésico.
Las primeras 24 horas son cruciales para la eficacia del procedimiento. La cavidad bucal se encuentra muy sensible al principio, por lo que los alimentos que puedas deglutir con facilidad deberán conformar gran parte de tu dieta. Entre ellos están los líquidos fríos o a temperatura ambiente y sólidos como el puré de papa.
Si antes de la intervención quirúrgica no seguías una rutina adecuada de higiene bucal y dental, ahora es momento de hacerlo. Estructurar hábitos para mantener sana tu dentadura no es un capricho, sino algo fundamental que te brindará autoestima y te prevendrá de futuros problemas dentales.
Recuerda que, luego de haberte cuidado de forma minuciosa después de la extracción, no debes bajar la guardia. Cepíllate luego de cada comida, utiliza el hilo dental por lo menos una vez al día, limita el consumo de sustancias que afecten la salud dental y visita a un especialista semestralmente.
Con estas precauciones, no tendrás inconvenientes a la hora de conservar los resultados de la extracción dental de forma autónoma. Sin embargo, si adviertes síntomas como sangrado, hinchazón o dolor excesivo acude a tu especialista para que juntos puedan encontrar una solución. Recuerda: esto es apenas el comienzo para una nueva vida de higiene bucal. Cuidemos nuestros dientes con amor y esmero, pues de ellos dependen actividades esenciales para la sobrevivencia de todo ser humano. ¡A sonreír se dijo!
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